Polignano a Mare se levanta sobre un acantilado y posee una pequeña playa donde se recrean los habitantes.
El contraste de colores entre las casas de pescadores con el azul del mar y el enclave en el que está localizada esta pequeña cala, provoca una sensación de estar contemplando un paisaje sin igual.
Bañarse al atardecer en verano mientras poco a poco se van encendiendo las luces del pueblo, a la vez que van alejándose los bañistas hasta que te quedas escuchando en soledad el mar y el murmullo de la civilización no tiene precio.
Alberobello es una pequeña ciudad también situada en la Puglia, provincia de Bari, justo al comienzo del tacón de la bota de la bella Italia. Está declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Es famosa por conservar numerosos "Trulli" que pueden ser visitados. Alberobello es conocida como la capital de éstas construcciones.
Los Trullis son una edificación rural muy común en esta zona. Consisten en una base cilíndrica de color blanco, coronada con un tejado cónico de piedra. A veces, en lo más alto, suelen aparecer diversas pinturas como símbolos religiosos o supersticiosos. Protegen el hogar.
Los trullis eran utilizados como vivienda por los campesinos, fácil de hacer y fácil de destruir.
El paisaje arquitectónico es bellísimo, recordándome, un poco, a las Alpujarras de Granada.
Muchas tiendecitas ofrecen recuerdos y artesanía local. Además de albergar algún restaurante en su interior.
De noche, pasear entre los trulli te hace sentir como partícipe de un cuento de hadas y duendes.
Ambas ciudades merecen ser visitadas. Yo me enamoré de ellas nada más verlas. Explorar esta parte de Italia, menos conocida, ha sido todo una sorpresa. Espero queráis conocerlas.
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