LAS CINQUE TERRE EN ÉPOCA DE COVID
Este verano, a pesar de todo lo vivido, puede ser candidato a formar parte de uno de " los mejores veranos de nuestra vida".
Viniendo de donde venimos y cada una con sus mochilas a cuesta, mi compañera de viaje y yo decidimos liarnos la manta a la cabeza y seguir nuestros impulsos a pesar de todas las recomendaciones en contra.
- Estáis locas, dónde vais, la cosa está muy mal, yo que vosotras no me movía del país.
No es que hiciéramos oídos sordos, ni mucho menos, conocíamos los riesgos, éramos conscientes, pero decidimos tirar para adelante y hacer un mini grupo burbuja entre las dos, cuidarnos y no meternos en sitios masificados... Ahí empezó nuestra aventura veraniega y la primera parada fue; Las Cinque Terre, Italia.
Ryanair sacó este verano muchas ofertas muy bien de precio, tanto, que si al final no salía el plan pues tampoco perdías casi nada.
Aterrizamos en el aeropuerto de Pisa, con un pequeño nudo en el estómago, llevábamos el pasaporte COVID, el formulario de entrada al país, el de salida, las tarjetas de embarque y mucha incertidumbre de con qué nos íbamos a encontrar.
Y.... nada, no sé si es una lotería, pero aterrizamos en Pisa y salimos como si tal cosa por la puerta sin que nadie nos pidiera ni uno sólo de los papeles que llevábamos.
Desde el aeropuerto adquieres los billetes para La Spezia, en tren, haces transbordo en la Estación Central de Pisa, buscas tu andén y te plantas en poco más de una hora en La Spezia. Es mi segunda vez en este rincón del mundo pero la experiencia ha sido muy muy diferente.
La primera vez me alojé en La Spezia, es muy cómodo y más barato, pero esta vez, me alojé en uno de los pueblos maravillosos por el mismo precio, y la diferencia es abismal.
Este viaje se hizo a principios de Julio y allí nadie llevaba mascarilla por la calle, sólo en transportes y sitios muy cerrados , pero ni siquiera en todos.
parecía que el COVID no había pasado por allí, tampoco estaba masificado como yo lo viví antaño; vimos los pueblecitos desde mucha más tranquilidad.
Son cinco pueblos con mucho encanto, llenos de luz y de color, pero no recordamos tanto eso dos meses después, más bien se nos ha quedado el volver a sentirnos vivas, las carcajadas a cualquier hora del día y el respirar belleza por todas partes.
Nos alojamos en Riomaggiore, el primero de los pueblos viniendo desde La Spezia, y lo hemos disfrutado en todas sus horas. Qué diferente dormir allí y poder al anochecer volver a pasearlo o levantarte temprano y ver el amanecer
Tuvimos una bonita coincidencia con un italiano que nos acompañó en muchos momentos divertidos a lo largo de toda nuestra estancia, nos llevamos grandes recuerdos .
En el embarcadero, siguiendo a mano izquierda puedes darte un chapuzón, eso sí, lleva escarpines, eso no son chinos, son pedruscos; el agua es fresca y transparente.
¡ Qué gran compañera de viaje he tenido!, a ella no le gusta el agua y a mí me apasiona, pero ningún problema, ella espera tranquila que me refresque, sin meterme prisa y tan feliz, es la mejor.
Pero sigamos en tren hasta el siguiente pueblo, Manarola, aquí vamos a ver el atardecer, el que más nos gustó de todos, comiendo sus famosas focaccias, no iros sin probarlas...
y más compañía grata, siguen las risas y las buenas conversaciones... ¡Oh, oh, que se nos hace de noche y hay que coger el tren! ... A correr.... Tenéis que estar pendientes de qué paradas tienen los trenes porque a determinadas horas van directos a La Spezia y no paran en tu pueblo... Pues nada, a dar vueltas y que sigan las risas...
Aquí pasa un poco lo mismo, los autobuses de bajada terminan pronto, pero bueno, es un paseo escaleras abajo hasta la estación del tren y no es para tanto, pero si no os gusta andar tenedlo en cuenta.
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