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sábado, 12 de agosto de 2017

DESIERTO DE MERZOUGA

Merzouga, al suroeste de Marruecos y haciendo frontera casi con Argelia (50km de distancia), es uno de los paisajes más apasionantes de todo Marruecos. La arena y las estrellas no dejan indiferente a quién lo visita...




Hoy es noche de perseidas. Desde ayer se pueden observar numerosas estrellas cayendo desde el cielo si tienes paciencia y estás atento...
Pero..¿Qué tal verlas desde un lugar tan mágico como éste?
El pueblo está bien acostumbrado al turismo por lo que no tienes que tener ningún apuro si te decides a visitarlo.

Nosotros nos alojamos en Casa Hassan, y nuestro anfitrión nos hizo sentir como en casa. De hecho, estábamos en casa. En pocos sitios a los que he viajado he estado tan cómoda y tan arropada como aquí.










Llegamos cansados del viaje, pero al entrar en esta casa empezamos a saborear la paz que nos transmitía, como si hubiéramos llegado al hogar

Subimos a la azotea y a deleitarnos con las estrellas...Sin móvil, sin prisas, sin estrés... Sólo nuestros pensamientos y la compañía... Esos momentos que  se van perdiendo en este mundo cada vez más tecnológico pero que son tan necesarios.

A la mañana siguiente Hassan nos hizo una ruta por el desierto en camello. Para mí era la segunda vez, pensé que ya no me sorprendería tanto, pero no.





El desierto es como el mar: hipnótico, magnético, anestesiante, seductor, atractivo... En definitiva, adictivo... No puedes escapar de él. 




Si no fuera porque la montura es un poco incómoda, (los hombres lo llevan peor, jejej)  te dejarías llevar sin rumbo... Incluso el calor pasa desapercibido...






Lo mejor es ir en busca del atardecer o el amanecer sobre las dunas, o dormir en los campamentos que se encuentran allí, eso sí, abrigaros mucho, las noches son muy frías...


Estar en contacto con la arena, hacer la croqueta (como dice Pilar casi siempre), saltar, tirarte en plancha... Jugar, siempre jugar...







Sentirse libre, libre de ataduras, de preocupaciones, de prejuicios y de estereotipos... y gritar... y reír.... y bailar....


Tres días en el desierto te depuran, te renuevan. Oxígeno para todos tus pensamientos... 
Mira que estáis locos... ¿Qué hacéis allí? ¿ Cuándo vais a parar?..
A todos estos comentarios y a muchos más les devuelvo una sonrisa.., y les invito a venir...


A la vuelta de nuestra experiencia visitamos un pequeño pueblo famoso por su música..




Un poco turístico para nuestros gustos, la verdad, pero si hay que tocar, se toca y si hay que bailar, se baila....

Y si tenemos que intercambiar las culturas, pues mejor...


Hassan, la última noche, nos invitó a cenar con su familia, y compartimos nuestras experiencias y comimos en la misma mesa, todos sentados en el suelo y muy agradecidos por la invitación.


Un muy bonito recuerdo...
Fueron tres días de desconexión, de tranquilidad y de volver a encontrarnos un poco con nosotros mismo...


Nos fuimos pensando en la frase famosa de cine que dice:
Siempre nos quedará París...
Nosotros la mejoramos afirmando... Siempre podemos volver al Desierto



Si, noche de perseidas.. soñaré que las veo desde allí..



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