Llevamos tres semanas confinados, intentado ayudar y proteger a nuestros seres queridos más vulnerables, quizás hasta alguno de nosotros lo sea y no lo sepa o lo es y sí lo sabe. Da igual, estamos todos a una, cuidándonos y apoyándonos.
Ves las noticias y las cifras de víctimas suben cada día, pero también la de la solidaridad, y eso hace que cada hora que pasas sin tocar a tus seres queridos valga la pena, sí, vale la pena, ahora más que nunca necesitamos reducir los contagios...
En casa es verdad que no podemos salir, pero hay algo dentro de mí que está al margen de este confinamiento, que se dispara con buenos momentos recreados una y otra vez... La imaginación no tiene límite y esa no entiende de fronteras ni epidemias. Es libre y cabalga a lomos de posibles deseos hechos realidad en un futuro, y disfruta saboreando lugares conocidos o que quedan por descubrir. Sí, la imaginación, que parece un juego de niños, nos llena la mirada de esperanza y esa mirada puede, como ese dichoso virus, contagiar a los que nos rodean, ese contagio sí que vale la pena.
Pues hoy me imagino que todo esto ha acabado, es fin de semana y no podemos salir de España, pero que mejor que nuestro país para disfrutar de un día inolvidable. Hace calor, es verano y queremos saciar el ardor de nuestra piel con agua fresca revitalizante.
Nos vamos a Mogón.
Mogón es un pueblo de la provincia de Jaén situado a orillas de los ríos Guadalquivir y Aguascebas y al pie de la Sierra de las Villas.
He llegado aquí por casualidad, buscando dónde refrescarme.
Pregunto por el camino y me contestan:
- ¿No conoces la playa de la Sierra?
- ¿Cómo dice?
- Si, la piscina Natural , allí nos bañamos y el agua está fresca, viene de la montaña.
Con esa ilusión con la que me lo están diciendo no puedo dudar ni un instante en ir a comprobarlo. Quiero conocer ese lugar...
Aparcamos el coche y descubrimos esta imagen, una piscina Natural, salida como de la nada, rematada con una presa y rodeada de un paisaje abrumador.
El agua trae con ella peces diversos, tendrá una profundidad más o menos de un metro sesenta o setenta.
No hay que pagar para entrar a disfrutar del baño, tan sólo tienes que llevar una toalla para secarte después y chanclas. No precisas de nada más.
Sus habitantes son muy acogedores, estuvimos en agosto y encima estaban en fiestas y nos trataron maravillosamente bien. Hablamos con muchos locales y disfrutamos juntos de un día inolvidable sin tener que viajar muy lejos.
Comimos en el restaurante " El MOLINILLO" a tres minutos andando, aunque había varios más por la zona. En este que nosotros entramos nos atendieron muy bien y la comida estaba deliciosa.
Vaya escapada me acabo de dar con mi imaginación.
Sí, quizás, cuando todo esto termine volveré a este encantador pueblo y me sumergiré en sus aguas naturales y respiraré hondo y valoraré cada momento más de lo que ya lo hacía.
ÁNIMO A TODOS, un día menos para volver a vernos.💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💓💙💙💙💙💙💙💙💚💚💚💚💚💚💛💛💛💛💛💛💜💜💜💜💜